lunes, 29 de septiembre de 2008

EXPERIENCIA DE LA PROFRA. MA. DE LOURDES VINCK LUNA, COLEGIO PROGRESO, TIJUANA, B. C.

Quiero comenzar mi experiencia compartiendo lo que ha significado haber pasado por las aulas de mi querido colegio "Progreso", que me ofreció la posibilidad de tener una vida orientada a servir a los demás. Todas y cada una de las hermanas Carmelitas del SC que conocí, me ayudaron a construir una vida plena, ya que gracias a sus enseñanzas he tenido grandes logros a través de mi vida personal y profesional.
Cuando inicié mis estudios en la primaria descubrí que lo que mis padres me habían enseñado acerca de Dios y del amor de la Santísima Virgen hacia sus hijos, se acentuaba con las actitudes de amor y fe de la querida Madre Rosa María Hernández, directora y maestra del plantel en ese tiempo. Su sola presencia irradiaba confianza, su trato era paciente y prudente con todas las alumnas, nos hablaba con amor y respeto, nos decía: "ama al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda el alma y con toda tu mente".
Al seguir caminando por las aulas de la escuela aprendí que las madres Carmelitas querían la realización personal de sus pupilas, pero no sólo eso, sino que entendiéramos que fuimos creadas para vivir eternamente y que supiéramos que por medio de Cristo, Dios nos había elegido desde un principio para que fuéramos suyas siempre, en medio de las circunstancias que nos tocara vivir.
Quisiera decir tantas cosas hermosas que viví en el colegio y que llevo en el corazón, porque no sólo los conceptos eran importantes, sino que nuestra vida cotidiana en el plantel era de alegría y todo lo que se planeaba con las maestras, todas religiosas en ese entonces, estaba impregnado de un gran respeto y crecimiento espiritual.
Recuerdo y atesoro valiosos aprendizajes que las hermanas Carmelitas del SC supieron enseñarnos, que si alguien sufría los demás compartíamos su sufrimiento y si uno recibía honor los demás debíamos alegrarnos de aquel logro. Me he referido al crecimiento espiritual porque considero que es lo más importante que debemos agradecer. Y el día de hoy me regocijo porque Dios me permitió que las hermanas Carmelitas del SC fundaran en la ciudad de Tijuana un colegio que ha formado tantas generaciones, a mis hijos y espero que a mis nietos.
También por haber sido incluida en la Familia "Progreso" ha sido un grande privilegio, por lo tanto, permítanme hoy y siempre decirles gracias, que Dios nuestro Señor las bendiga a todas y cada una de ustedes, queridas hermanas y Dios nuestro Señor les de fuerzas para continuar con la obra evangelizadora que un día empezara la buena y amorosa M. Luisita, la que gradualmente va volviendo más luminosa y hermosa nuestra existencia, porque ella nos ha enseñado con su ejemplo y palabra que Dios es lo más importante de nuestra vida.
Tengo 8 años trabajando como directora del jardín de Niños del Instituto Progreso, los cuales me han permitido concientizarme de la importancia del papel de los laicos en las escuelas de las madres Carmelitas y que el sentido y razón es evangelizar con el carisma de M. Luisita que es luz en el camino. Quiero compartir que han sido mucho mis años de experiencia en la docencia, pero desde que trabajo en el instituto Progreso, mi mejor apoyo y guía espiritual ha sido el carisma de Madre Luisita, que día con día retomo en sus Cartas y apuntes espirituales, los cuales me gusta compartir con mis niños y padres de familia y especialmente con mis compañeros de trabajo, ya que como dice Madre Luisita: "con paciencia, gánales el corazón para llevarlos a Dios".
Quiero mencionar con toda humildad que la M. María Elena García, ex-directora del colegio, nos regaló un pequeño libro con los pensamientos de Madre Luisita, el cual tengo en mi escritorio y son mis mejor consuelo y guia para mi trabajo diario, me ayudan a reflexionar en los momentos difíciles y sobre todo cuando tengo que tomar decisiones en bien de los niños y compañeros de trabajo.
Espero seguir sirviendo a esta maravillosa institución con respeto, entrega y profesionalismo y sobre todo con un gran amor a los pequeños de la ciudad de Tijuana. Termino diciendo que Dios permita que mi intervención en este espacio sea para "obedecer con prontitud y alegría, viendo en la obediencia la santísima voluntad de Dios" (N. M. Luisita).

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